Amanecida al alba, en parte por el frío y más gratamente por
el canto de los pájaros.
En esta zona, tanto al amanecer como en la puesta del sol,
millares, y ciertamente digo “millares”… de aves negritas y pequeñas,
sobrevuelan los campos en danzas fabulosas que cubren el cielo oscureciéndolo
como nubes voladoras. Es un espectáculo admirable y sobrecogedor.
Grupos en una dirección se entrecruzan con otros que
circulan a contrareloj, mientras otros más lo hacen de abajo hacia arriba o en
picada explosiva desde los árboles cercanos donde anidan.
Todo en medio de un piar atronador, que acalla a los gallos
y silencia el viento.
Así da gusto salir del cobertor del cheq-wagon a observar
los primeros rayos en un cielo prometedor de nueva vida….
Desayuno reconfortante para todos!
Cada cual a su ración
favorita.
Más tarde, los jóvenes del barrio, héroes de la jornada
anterior, se acercan a saludar, comentar la jornada, hacer unos tiros al aro de
basket que corona el patio común entre los camiones abandonados y la chatarra
oxidada. Bernard aprovecha a darles “la clase” de forestación y cuidado del
medio ambiente….
Siguen las visitas de otros vecinos o de gente que nos ve
desde la ruta y para curiosa a charlar…
Pomplemousse sigue en observación, en franca mejoría, ya
tomó su medicina y está en reposo disfrutando su forraje.
Baguette obtuvo permiso para sacarse el zapatito y pasar el
día descalza. Aparenta estar tranquila y contenta.
Smarty está echado a la sombra, mientras Valentine, la más
gorda, no para de comer. Scarlett no se queda atrás.
En eso vemos que Moulinette, quien dormía plácidamente su
siesta dominguera, en el suelo desde hacía rato, comienza a dar corcoveos y
abrir la boca desesperada como para tragar bocanadas de aire. Muestra los
dientes a 360° (signo de dolor), patea su derecha delantera contra el piso, no
logra incorporarse, y tiene los ojos más tristes del mundo…..
Loretta, su compañera inseparable, la mira como cuidándola a
los pocos centímetros. No se apartó de su amiga en toda la tarde.
La mirábamos atónitos, cuando su cabeza rodó sobre el
alambre electrificado y queda dura patas arriba, la panza hinchada y la
respiración entrecortada. Por unos segundos, temimos lo peor.
Bernard se desespera pero entiende que es un cólico, y
presto llama al veterinario de Covington.
Por suerte lo encuentra y lo atiende de inmediato. Ante los
síntomas, ratifica la sospecha y le recomienda los pasos a seguir a Brd.:
intramuscular de un remedio que por suerte contábamos en el botiquín de
auxilios que él mismo nos había preparado. Brd. prepara la dosis, y sin perder
un segundo, se la aplica entre las costillas tras la axila (¡?) derecha.
La obliga a pararse a los puntapiés y tirones limpios, y
azuzada por los chicos y por mí, la hacemos caminar de la cuerda por casi una
hora. Había que evitar que se duerma, y así el remedio circulaba, mientras los
intestinos se veían obligados a descartar todo gas y etcs…. (se entiende)
Dábamos vueltas intermitentes al corral, con la angustia
encadenada a la mano.
En eso estábamos, cuando nos damos cuenta que Smarty tampoco
se levantaba desde hacía horas y respiraba muy forzado.
Bernard trató de forzarlo a pararse y no lo logró. Sin más
trámites, corrió a preparar otra jeringa y se la aplicó de un solo movimiento.
Todos nuestros jóvenes ayudantes, lo empujaron hasta pararlo
y bozal puesto, se sumó a la caminata en círculo. Loretta nos seguía atrás como
en la cola de un velorio.
Las otras seguían comiendo no queriendo darse por enteradas.
Al rato llamó el veterinario para ver como seguía el
panorama antes del anochecer.
Smarty parecía recuperarse, mientras que Moulinette casi no
puede ni sostenerse.
Él volvió a recomendar la caminata, nada de comida, apenas
agua si quieren –aunque se niegan a beber ni una gota- y mañana a la mañana
habrá que trasladarlas de vuelta a Covington si no mejoran durante la noche.
Estamos muy angustiados. Tememos que las demás sigan el
mismo cuadro, porque evidentemente es el nuevo pasto que estuvieron comiendo
entre ayer y hoy…. Si ya hay dos en este
estado, no queremos pensar que pasará con las otras…. Por ahora no se dan por
aludidas.
Cada vez que los chicos o Brd. se detienen, las enfermuchas
tienden a echarse, por lo que la procesión en calesita debe continuar….
Ya es noche cerrada, apenas un guiño de luna finita. El frío
aumenta sin piedad…
Los muchachos ya se retiraron a sus casas, mañana día de
escuela.
El corral es un lodo todo pisoteado, baboso, lleno de
excrementos y silencios amenazantes. Faltan más de 10 horas para el nuevo
amanecer.
Bernard sigue caminando en círculos cada vez más lentos,
azuzándolas sin piedad para que no se detengan, no se acuesten… las vidas están
en juego, y Brd. no se dejará ganar…
Las ama con locura, con pasión, como un padre…. que da su
vida por ellas. Putea, refunfuña, las
amenaza con una vara, las mimosea, las acaricia, les habla dulce, les ruega,
las empuja…. Está agotado, exhausto, asustado, impotente ante el dolor que
siguen demostrando en cada abrir de los labios secos, en cada estirada de
cogote buscando el aire, en cada patada abrupta con la delantera, como toro
embravecido.
Dejo de escribir para acompañarlo. Tomo las riendas de
Smarty, y el paso cadencioso del trío en penumbras. Loretta, ha dejado de
acompañarnos, exhausta ante la pérdida de su amiga, decide quedare en un rincón
observando, como si ella también rezara…
Todo el pueblo ya se ha dormido, no pasan autos en la ruta,
ni hay luces prendidas en las casas lejanas.
Seguimos la ronda…. Bernard al frente tira del bozal de
Moulinette, quien apenas avanza, en parte asustada por el levar de mi poncho
que sacudo para provocarla. Con mi brazo derecho, arrastro a Smarty quien cada
3 o 4 pasos, tropieza y cae. Se revuelca de dolor, restregando su espalda en la
tierra húmeda de rocío y sacude su enorme panzota entre sus patas al cielo.
Bernard me ayuda a sacudirlo para que se pare, se acomode
unos segundos y siga caminando….
Cuando no es uno es el otro. Ahora es el turno de
Moulinette, pero ella ya no se puede levantar. Nos mira pidiendo compasión, no
quiere más…. no puede….
Es casi medianoche, estamos aterrados, y
no lo podemos evitar….
No nos podemos resignar, no los podemos dejar entumecerse en
el lodo oscuro.
Ambos gimen de dolor, se sacuden en revolcadas, o se acallan
en un mutismo que parecieran ya no respirar.
Cada tanto una exhalación profunda y vuelta a empezar.
Alguno se pone de rodillas, lo intenta, Bernard lo patea o le ruega, lo sacude,
lo empuja y logra alzarlo. Caminan tres, cinco metros y vuelta a caer….
Yo decido dejar partir a Moulinette en paz. Me arrodillo
contra su cabezota, y solo puedo acariciarla…. Suavemente, cantarle su canción
en la oreja que ya no mueve…. Mirarla a los ojos y hablarle en secreto al
corazón, pedirle fuerza, aguante… Como a una niñita, explicarle que es sólo un
susto, que ya va a pasar, aunque la adulta que soy, sabe que no hay retorno.
Encoge sus patas heladas sobre el pecho, me mira, me suplica que la deje…. Que
solo quiere dormir….
No puedo permitirlo! No entre mis manos…. No morirá en mi
falda. Estoy toda embarrada, congelada, pero no me importa, solo quiero acariciarla,
acompañarla, darle reiki en la frente y en su pecho acartonado de dolor. Se
relaja, se deja hacer….
Bernard desesperado vuelve a llamar al veterinario para
darle el panorama. Él está en Nashville, algo más de 250 km., pero nos promete
que se pone en camino, que las mantengamos caminando, que en dos horas
llegaría.
Pero cómo caminarlas si no se pueden ya ni parar. Nosotros
llevamos más de 6 horas caminando a los tirones, tampoco damos más… mis brazos
se me salen, Bernard saca fuerza de vaya a saber dónde. Es un titán! Una lucha
cuerpo a cuerpo contra la muerte…
Pasa otra hora…. Y ya ni hace frío ni hace nada. La quietud
de la desesperanza lo imprime todo. Yo sólo sé pedir por un Milagro… por dos!
Suena el celular quebrando el aire helado. El vet pide instrucciones
en las cercanías, en 20 minutos estaría llegando.
Moulinette ya ha cerrado los ojos y apenas alza su vientre
hinchado, en espaciosas respiraciones distantes. Smarty, imposibilitado de
alzarse pero mantiene la cabeza inclinada sobre la pantorrilla de Bernard que
se la sostiene en un suave acariciar de crines enredadas.
En un momento dos faros alumbran a la distancia las líneas
blancas de la ruta. Es Brendam! Estaciona veloz junto al alambrado. Salta la
electrificación con la urgencia de quien ama y sabe lo que viene a hacer. Se
coloca el foco sobre la frente y las manos dispuestas.
En un súbito movimiento, Moulinette como si adivinara la
presencia de su doctor, se levanta de golpe, arquea su espalda como gato
enfurecido, sus patas trepidan desafiando la gravedad, sus rodillas se
quiebran, sus tobillos se desvían, es toda una marioneta a la que le han
cortado los piolines. Su cuello se desploma como un tobogán encerado e hinca su
hocico en el barro, muda, desesperada de dolor…
Brendam prepara una jeringa de tranquilizante y se la aplica
en el cogote derecho a toda presión. Se desploma, cae…
Retoma la respiración, Brendam la ausculta, la palpa, le
toma la temperatura, la observa, pone mala cara, espera….
Yo mientras acaricio a Smarty quien espera su turno a los
pocos metros, suplicante, aterrido.
Brendam se acerca en la oscuridad, no me había visto, me
abraza, no entiendo lo que me dice, aunque confío….
Vuelve a su camioneta-hospital y trae unos baldes de
aluminio y unas bombas. Introduce una sonda en la nariz de Moulinette y otro
tubo por la garganta impulsándoles no sé qué líquidos.
Evidentemente un lavaje
de estómago. Me aparto un poco, me impresiona…
La esperanza me rodea y me invita a prepararles café para
cuando terminen.
Atravieso el campo en penumbra, y el hielo enfría mis
lágrimas. Pero no es tiempo de llorar…. Sino de ayudar! De acompañar….
Falta poco para el amanecer….
Procuren que no coman la comida caliente eso es malísimo. Ignacio
ResponderBorraryo venia pensando. por qué no empiezan a plantar ya. a que esperar a llegar a alaska. el primer arbol en lo de craig. el segundo y tercero donde se enfermaron las.mulas. y cada paso que transiten dejen un arbol. sean los km que sean. que feo estar pasando por este momento. toda esta gente los.acompañamos.con el.corazon
ResponderBorrarlos acompañamos.con el.corazon. en.cuanto salgan de esta, comiencen a plantar el segundo y tercer arbol. y no esperen a llegar a alaska.y a cada paso siembren un arbol, un hito en su epopeya. por la salud de los enfermitos
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