Estar quieto como los árboles! ¡Qué experiencia!
Qué buen regalo de la Vida para estos tiempos de otoño (en
mi hemisferio): tener la oportunidad de quedarnos quietos, de mirar para
adentro! O para adelante!
Para eso que fuimos creados hace eones, para ser UNO con la
Naturaleza.
Nos pusieron de pie, para afirmarnos y crecer.
Con ojos en el frente, para admirar a quién o qué tenemos
delante.
Con brazos para abrazar lo que nos rodea, circunstancias,
personas, sentimientos, o pensamientos. O sostener nidos, dar abrigo, alimento,
cobijo.
Con manos como hojas, para nutrir dando.
Con belleza del alma para mostrarnos tal cual somos
.
Con tiempo, para entender, para aprender…
Con nobleza, para estar dispuestos a ayudar, a sostenernos
entre todos, a ser bosque!
Con aceptación, con la certeza de que todo es como ES, por
algo, y para Bien!. De “que esto también pasará” .
Con la paciencia de la Sabiduría que todos tenemos dentro.
Con nuestra piel agradeciendo el aire, el calor de una
caricia de viento, o el baile de las ramas.
Con la vitalidad por norte, seguros de estar cumpliendo con
nuestra parte.
Con antenas sobre la coronilla, para conectarnos con nuestra
Fuente de Energía.
¡Qué parecidos! ¿verdad?
Si al fin y al cabo estamos hechos de los mismos minerales,
nos nutre la misma agua, la misma tierra, y el mismo Sol.
A pesar de esta calma tormenta, ¿seremos capaces de cumplir
nuestro Milagro?
¡Vivir en Paz!
Dando, no tomando lo ajeno.
Servir, sin esperar nada a cambio.
Sonreir siempre!
Abrazar a menudo, charlar, nutrirse con tus semejantes,
mantenernos firmes y flexibles a la vez, saber esperar, confiar…
¡Reverenciar la Vida!