Amanecida al alba, en parte por el frío y más gratamente por
el canto de los pájaros.
En esta zona, tanto al amanecer como en la puesta del sol,
millares, y ciertamente digo “millares”… de aves negritas y pequeñas,
sobrevuelan los campos en danzas fabulosas que cubren el cielo oscureciéndolo
como nubes voladoras. Es un espectáculo admirable y sobrecogedor.