Abre tu mente al cambio
Los árboles no pueden hacer mucho al respecto si de repente
hay una sequía o llega una fuerte ola de frío.
No tiene la posibilidad de irse a la playa durante las
vacaciones de invierno.
Tienen que aceptar lo que el Universo les ofrece y adaptarse
a lo inesperado, y por eso se han vuelto bastantes flexibles.
Un ejemplo de esto es el abeto balsámico, un árbol que, no
deja caer sus hojas para poder hacer la fotosíntesis durante todo el año y su
savia se ha vuelto tan espesa y resinosa que no se congela.
Es cierto que los cambios pueden hacernos sentir incómodos,
tanto a las personas como a los árboles, pero es precisamente este malestar lo
que puede ayudarnos a crecer.
De “Sé
cómo un árbol” Liz Marvin e
ilustraciones de Annie Davidson