Recuerdo mi visita a la
Catedral de Sequoias en California, cerca de San Francisco.
Al mejor estilo
yanquee, tienen organizado un Parque, como si de “Diversiones” se tratara: Con
boletería, con barreras y controles, local de merchandising, carritos para
discapacitados, mapas y folletería.
Una extraña manera de ingresar a un bosque natural, aunque es una forma de proteger a las sequoias, que así están en un área bien cuidada, a salvo de turistas invasores, que solo pretenden salir ellos en las fotos, sin casi detenerse a apreciar las gigantes especies. Es muy difícil hacer allí, un contacto espiritual silencioso, entre la multitud, aunque es imposible dejar de asombrarse, reverenciarlas, y sentirnos tan pequeños…
Una extraña manera de ingresar a un bosque natural, aunque es una forma de proteger a las sequoias, que así están en un área bien cuidada, a salvo de turistas invasores, que solo pretenden salir ellos en las fotos, sin casi detenerse a apreciar las gigantes especies. Es muy difícil hacer allí, un contacto espiritual silencioso, entre la multitud, aunque es imposible dejar de asombrarse, reverenciarlas, y sentirnos tan pequeños…
Por suerte, me habían aconsejado
la posibilidad de llegar al mismo bosque “por atrás”. Se trataba de una senda
“no turística”, bordeando unas colinas, atravesando campos de cultivo vecinos a
un pueblo pequeño y tranquilo, cruzar unas extensiones más salvajemente
selváticas, y finalmente adentrarse en el bosque, lentamente, como lo hacen las
mismas especies: en silencio, transformándote en cada paso, apreciando la
diversidad de formas y colores, dejándote llevar por tus sentimientos,
acomodándote al suelo, a la luz, al aire…
Entonces ¡sí! vivencié la magia
de “la Catedral”, quizás ésta fuera sólo “Parroquia”. Más pequeña, más íntima,
más silenciosa. ¡Toda para mí! (A veces
es genial ser un poco egoísta…). Dejar reposar la espalda en sus anchos troncos,
jugar mis dedos por los surcos laberínticos de sus cortezas, respirar….
sintonizar… aquietar… transcurrir… Así
se vuelven mis paseos imborrables, puras sensaciones, ¡puro contacto!
Aquí, las sequoias tienen mucho que enseñarnos, el valor del tiempo por ejemplo
Te imaginás una en el patio de atrás? Permisoooo!!!!!
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