Muchas veces me preguntan: -“¿Y vos qué comés, entonces?”- o
me cargan en torno sarcástico con: -“¡UY! Estás matando un tomate!” (o una
lechuga, o lo que sea que estoy sacando de la huerta).
Y yo me quedo pensando en qué quizás tengan razón… pero en
vez de admitirlo, me pongo loca tratando de explicitar mis razones, defendiendo
mi postura, dejándolos en una posición de cuasi ignorantes, o poco elevados…
Eso no me hace bien, ni me hace superior, ni más dotada, sí más engreída, más
prepotente, más dictatorial, aunque también más segura de mi misma, y eso me
complace. Aunque no tiente a nadie, aunque no modifique a nada ni a nadie.
Son como esas discusiones metafísicas entre un ateo y un
creyente, tratando de convencerlo.
Como un discurso milico, dando por hecho dónde estaba el
bien y dónde la maldad. Como un vegano dando cátedra, o un cura una homilía.
¡Detestable!
¿Por qué tengo yo que ir por ahí enseñando (¡?) lo que a mí
me parece lógico y virtuoso, normal y necesario, real e imprescindible?, por
supuesto de acuerdo a mi óptica y creencias, y volteando por tierra, lo que no
condice con ellas. Sin valorar ni un pedacito de otras razones, echándolas
todas al cubo de la basura (o al compost con lombrices y todo!), sin escuchar,
sin medir, sin dar lugar a la opinión del otro, encasillándolo en una posición,
algo descortés, y hasta ridiculizándolo, a veces!
¡¿Cuánto más tengo que aprender de mi intolerancia?!, de mi
falta de paciencia, de la comprensión, del tacto, del modo de mostrar mis
verdades… ¡Qué lejos estoy de la docencia! Y con esto que soy, pretendo
“¿sembrar conciencias?”…
Cuánto me avergüenzo cuando soy capaz de mirar un poquito
para adentro… Cuando soy capaz de callarme, aunque aún no logré acallar mis
dedos, (necesito decirlo por algún lado…). Cuando me doy cuenta que estoy
metiendo la pata, que me estoy convirtiendo en una “facha” doctrinaria, en una fundamentalista
rabiosa. ¡Qué lejos estoy del camino del Amor que digo que quiero transitar!...
Entonces ¿cómo se hace? ¿Cómo abrirle los ojos del alma a la
gente para que deje de matar seres vivos? ¿Cómo se le invita a conocer otra
realidad, acorde a la evolución que el planeta pareciera necesitar? Respetar la
Vida! significa también respetar las opiniones ajenas, seguramente…
Y entonces, cuando esas opiniones u acciones, son contrarias
a lo que yo elijo, o hago, ¿por qué me cuesta tanto aceptarlas y chau!, en vez
de tratar de lavarles la cabeza? Por más suavizante y acondicionador, con que
intente disfrazar la discusión.
“Predicad con el ejemplo”, decían algunos maestros. “Haced
lo que yo hago, y no lo que digo”, pregonaban otros.
Pero esos métodos son muy lentos para esta era cibernética,
virtual, global, (anormal pega?), de manadas de influencers con miles de
seguidores -likes mediante-, políticos, conductores de televisión, maestros
recién ascendidos y/o personajes varios. Tan lentos para mis impacientes
avasallamientos de verdades sólo comprobadas en mi alma. Tan dolorosos para mi
corazón estrujado, sin prisa y sin pausa, con cada volteo de un árbol cercano.
¿Cómo hago para convencer que dejen de cazar ciervos
(jabalíes, elefantes, focas, o lo que sea) sólo para colgar los cuernos en las
paredes a modo de tributo de héroe? O deleitarse con carne exótica ajena? ¿Qué
dejen de pescar!? Parecen ridículos en la foto, con ese pobre “pescadito” indefenso
(aunque pese 20 kilos) colgado de una soguita. ¿Cómo hago para explicarles el
dolor de los caballos cuando los espuelean, o les dan con la fusta para correr
más rápido, por diversión o por dinero del que va arriba, o aguarda en los
studs? , sin hablar del daño en la boca? Te imaginás a vos con un alambre entre
tu lengua y el paladar, que además te lo tironean para un lado y para el otro,
cuando no para atrás? Ya te quisiera ver a vos a las puteadas… ¿Te imaginás en
la fila del camión que va directo al matadero? dejando ahí para la próxima
recolección, a tus pobres y tiernos terneritos? Ni hablar de caer en una trampa
para conejos, donde luego te sazonen con especies y te luzcan muerto en una
bandeja de plata, o en una lata de conservas en el supermercado?… O con suerte!
Luzcas en los cuellos de los tapados de las señoras ricas… Aunque parece que,
por suerte, ya desde hace un tiempo, algunas, empezaron a entender que eso no
era digno, o era muy caro. Aún no me queda claro como la industria de lo
sintético ganó terreno, pero bienvenida esa conciencia.
Como verán, me he vuelto una vieja cuestionadora de todo lo
que tenga que ver con “la vida”. Y me enoja (aunque creo disimularlo de a
ratos), que haya gente aún, que pareciera civilizada (usan celulares, zapatos
con suela, se lavan los dientes, y viajan en aviones) pero no son capaces de
diferenciar un árbol de una olla.
En este mundo utilitario, pareciera que todo tiene que
servir para algo, y si es comercial, o sea, si sirve para ganar plata, ¡mejor!
Entonces, ¡los árboles caen en la volteada! Y las hormigas también, ya se
venden en algunos países, en sus varios sabores: con chocolate, con dulce de
frambuesas acarameladas, etc. (Éste no es el tema, perdón)
Me gustan tanto los árboles, que me voy por las ramas…
Volviendo al hecho de respetar la Vida, donde hay tanto para
decir, sin pelearme con nadie, ¿Qué más puedo hacer para que este sencillo y
vital concepto, incluso bíblico!, sea tomado en cuenta?
“No Matarás”- dice el cuarto o quinto, no sé y no importa el
orden, de los mandamientos cristianos. Y tengo entendido que esas tablas, son
parecidas en todas las religiones. Y la Vida es común a todas, sin distinción
de credos, religiones, políticas, naciones, razas, colores, o lo que fuera. La
VIDA ES!.SER Y ESTAR!, no “tener”, o usame para…
En ese “NO Matarás” no se nos aclara si se refiere al
hermano, al vecino, a la ex esposa, a la suegra, a la cucaracha, al hipopótamo,
a las estrellas (por ahora se salvan porque están lejos, ya les pondrán
precio…), las ilusiones, o una flor, una uva, o una gigante sequoia!
“No matarás”, no nos explica si es en defensa propia, si es
para alimentarnos con el sudor del muerto/a, si porque es enemigo, si es porque
me ganó o engaño, o me dará de ganar…
“No matarás” no dice nada con respecto a la forma, si con
cuchillito, funguicidas, desprecios, indiferencia, motosierras, arco y flecha,
escopetas, cañones, virus, pisotones, desinformación o silencios de desamor.
“No matarás” nos hace libres de buscar caminos para todos,
vivitos y coleando, sin joder a nadie!
Nos impulsa a la inteligencia de buscar alternativas, de
corrernos de situaciones, de pensar antes de actuar, de cambiar hábitos ¡de
volvernos más humanos!. Se supone que esos preceptos, ya en aquellas épocas,
eran para las personas, no se les leían a los animales. Aunque algunas, a
veces, sigamos pareciéndonos tanto a los
segundos. Y aunque los que predicaban el dogma, tampoco lo cumplieron
demasiado, ya que la historia, es una sucesión de guerras, como todas, sin
sentido…
Volviendo por otro esqueje: ¿Cómo puede ser que tanta
humanidad aún permanezca ciega a la Vida que “viven” los árboles? y sin más,
deciden correrlos de su ruta, o los buscan, y hasta los replantan! Para convertirlos
en utilitarios, como una pick up, o una heladera, o una media!
¡Eso de la reforestación es una masacre camuflada! Es como
sembrar soldaditos (o robotitos), todos iguales, a la misma distancia, sin
libertad de movimiento ni acción, hasta que alguien, llámese dueño ingeniero
forestal “dueño” de las decisiones, pase revista y a continuación, los decapite
uno por uno. Palo y a la bolsa! Plata a
sus bolsillos! Y cero cuestionamiento de quién le dio “la Vida” a su “inversión”.
O sea, materia prima gratis!, ni los nutrientes de la tierra, agradeció. Mucho
menos cuestionarse, qué pasaba en lo subterráneo, cuánta otra vida invisible,
masacró, o dio orden de masacrar, que sería lo mismo (generalmente los asesinos
de guante blanco no se ensucian las manos).
¿Tan superiores nos creemos, con derecho a la vida o a la
muerte de cualquier otro diferente de nosotros? A aquellos que no entendemos
para qué están? O no nos son útiles, aparentemente, o lo son más que
generosamente! O porque tengo la fuerza (sacarme de encima un mosquito que me
pica), o el poder (aerosol, hacha, caterpiller, etc. ), o la palabra…
¿Hasta cuándo? ¿Cuándo entenderemos que la Naturaleza tiene
su propio equilibrio?, y lo bien que lo ha venido haciendo por millones de
años, sin necesitarnos a nosotros para nada… Sus montañas se mueven por los
vientos o por las placas que aún no controlamos, aunque ahora formemos nuevas,
fuera de los mapas, pilas de basura contaminante! Pero dejemos ese otro nudo
aberrante, para otro capítulo.
Retomando hacia el tronco de la cuestión: Por mi parte, hace
rato que me conectarme con la Vida de los Árboles, y hace rato que siento
que es una verdad tan clara y tan cierta, que además de dolerme por quienes no
la pueden ver, me siento en la obligación de develarla a aquéllos que sí estén
preparados para apreciarla. Es como una vocecita interior que me empuja a:
-“Dale! ¡Decíselos!”. Antes hubiera dicho, que era la voz de la conciencia,
ahora estoy convencida, que son los árboles del bosque donde habito, que me
piden este humilde favor: -“¡Haz que nos vean como los seres Vivos que somos!.
Con nuestras inteligencias, nuestras funciones, nuestras capacidades, nuestras
virtudes. ¡Somos generosos hasta la médula! Capaces de dar indefinidamente… aún
bajo tierra, y damos vida al bosque, después de la muerte. Pero esa orden debe
venir de nuestra madre Naturaleza, no de los hombres (ni mujeres). Somos
iguales en nuestro origen, seres creados por la Energía Superior, para darnos
amor mutuamente, unos a otros, cuidarnos, protegernos, y disfrutarnos!”. Un
mensaje tan simple, y ¿tan difícil de entender?.
-“Pero entonces, cuando cortás un tomate, ¡lo estás
matando!”- me culpan mis hijos. Y a
“ese” tomate, ciertamente, si!. Aunque
excuso mi razonamiento, con qué el tomate es el fruto, no estoy matando a la
planta, ni a su raíz. –“¡AH!!! Pero la lechuga la arrancás de abajo! ¿y la
papa?, la zanahoria acaso?”- tratan de seguir haciéndome sentir culpable.
Les explico que algunas hortalizas, como las de hoja verde,
se pueden cortar dejando los tronquitos desnudos, para que sigan
reproduciéndose, lamentablemente otras no. Aunque como todas son de ciclos,
ellas mismas producen sus propias semillas o tubérculos, para volver a asomar en
la siguiente temporada estival, y continuar su ciclo vital. No es lo mismo con
un árbol que se tomó mínimo diez años para asumir ese nombre, o vive
quinientos, para que alguien lo tale de cuajo, y ya no rebrote como tal. A lo
sumo en los retoños que deja a su alrededor, pero ésos, no son aquél. Como mis
hijos no son yo, ni yo, mi abuela!
Sé que hay gente muchísimo más evolucionada, que se alimenta
de la energía del Sol. Que hace años, no prueban bocado, y algunos ni agua!, y
viven! Y producen! Y son cuasi santos, o así parecen, sentaditos de piernas
cruzadas meditando… Aún no llegué a ese
estado (ni me parece tan divertido, por el momento). Por ahora, prefiero mis
granos, hechos harina, semillas, frutas y verduras, me lo pienso un poco con
los huevos… porque mi lema es “nada con ojos”, asumiendo que la Vida te mira a
los tuyos, a tu Alma! Donde están TUS respuestas.
Yo aún no las tengo todas, y menos claras, de hecho, ya me
vuelvo loca cada vez que necesito cortar el pasto, o sacar yuyos indeseables
(para quién?). Aunque sí tengo todo esto para decirte. Ahora está en vos
pensarlo, discutirlo, asumirlo, darle la espalda, intercambiarlo, matizarlo,
borrarlo, o cantarlo a los cuatro vientos.
¡Somos Libres! Y estamos aprendiendo… y eso, ya es para
Agradecer!
Por de pronto, sé que debo retomar mis lecciones de
humildad, comprensión, paciencia, diplomacia, y pedir entendimiento y sabiduría
para discernir, para entender, para guiar, para dar… como ellos, los nobles
Árboles, grandes maestros de estos tiempos!
Dicen, que todo y todos evolucionamos… espero que para bien!
Nadie tiene la Verdad Absoluta, pero yo sí sé, que tengo las mejores
intenciones. ¡Que te aprovechen!... Salut! Y larga Vida… para Todos!
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