A fuerza de tecnología, y aislación mediante, los humanos
nos estamos haciendo expertos de hablar con nuestros dedos, ¡bendito teclado!
No es ningún invento nuevo, de hecho, los hipoacúsicos hace
rato ya, que cuentan con su lenguaje de señas de manos.
Y en realidad las manos sirvieron siempre para decir desde
un “hola” hasta un “chau!”, pasando por abrazos y “te quieros” varios…
Entonces, ¿por qué nos empeñamos en decir que los árboles
son mudos? ¿No nos hablan acaso? O será, que somos nosotros los que no sabemos
escucharlos.
Actualmente hay un montón de estudios científicos, donde han
comprobado el lenguaje que ellos utilizan entre ellos, estando cerca, o a la
distancia.
Habrán notado que es muy raro ver un árbol aislado, ellos
prefieren, como los humanos, estar en familia, o con amigos, es decir en
bosque!
Y por qué? ¡Por qué son seres sociables! Cómo nosotros,
aunque con muchísimas más virtudes.
Cuando la raíz de un árbol, se encuentra con otra raíz, no
sólo se saludan (sin empujarse ni competir), ¡sino que se ensamblan! Pasan a
ser una sola. Es por eso, que bajo tierra, existe todo un entramado de raíces
entrelazadas, donde toda la información, pasa de unas a otras, sin interrupción.
¡Otra que fibra láser! Son el antecedente exacto de la red de internet!
Las raíces se recubren de un hongo tan pequeño que es casi
imperceptible, aunque con la poderosa misión de ser “el trasmisor”. Es así que
hongo a hongo, se van pasando el dato, de qué árbol necesita apoyo, dónde se
encuentran los mejores nutrientes, a qué profundidad, si habrá o no sequía,
cómo viene la mano con el pronóstico de temperaturas, si hay depredadores en la
zona, incluso aquéllos que van munidos de motosierras!
Así como hay una comunicación subterránea, la hay también
aérea, es decir, por el aire.
Ciertos árboles, desprenden esporas que el viento reparte
como puntual correo privado, con las especificaciones de lo que les está
sucediendo, dónde, quiénes son los atacantes, o las lluvias excesivas, o lo que
sea de interés para ellos (yo aún no soy árbol, por lo que, no siempre, nos
interesan los mismos temas). De esa forma, los vecinos están preparados y
pueden negociar con espinas que les crecen al rato, o exhalan ciertas
sustancias tóxicas que nada gustan al adversario, o racionalizan el uso de su
savia de acuerdo al clima, cerrando o abriendo más las hojas, según sea la
posición de la luz. En fin, se las arreglan más que bien solitos! Ésos sí que
son autosustentables!
¿Quién dudaría del lenguaje establecido entre las cortezas y
los pájaros? ¿El pedido de permisos para anidar, o para cosechar gusanitos,
abrir caminos de hormigas, dejarse pegar chicles de líquenes engominados, o
colgar barbas del cielo? ¿Acaso no conviven en solidaria armonía?
Por todo esto, se darán cuenta, que decir que los árboles
son mudos, ¡es una real ignorancia!
Los ignorantes somos los humanos que habiendo tantos métodos
para hablar lenguas extranjeras, aún no hayamos hecho el esfuerzo de
comunicarnos con ellos.
Y si supieran lo sencillo que es… les invito a probar…
Elige un árbol, o mejor dicho, deja que él te elija a
vos! Ya te darás cuenta, créeme, te
estará llamando al corazón…
Acércate despacio, como el Principito al Zorro, lentamente…
Alza la vista y contémplalo, más lentamente aún. Empezarás a
ver la Maravilla, te darán ganas de reverenciarlo. Si quieres, inclínate. Él
sabrá que quieres charlar con él, y abrirá su alma.
Tú vacía tu mente, y espera…
Espera un poco más, admirándolo, dispuesto a recibir la
información… o puedes contarle la tuya, él sabrá escucharte.
Sigue con la mirada abierta, un poco más. Verás que ya te
estás sonriendo, que puedes sentir la alegría del encuentro, que hay un secreto
para compartir…
Han establecido una conexión, seguramente podrás visitarlo
cuando gustes. Si es posible, repite el horario, ¡ya sabés!, un rato antes, él te
estará esperando. Porque, lo haz domesticado… ahora son amigos!
Anímate a la experiencia! Y descubrirás lo maravilloso que
es, tener un amigo Sabio y noble, con años de experiencia, dispuesto a
enseñarte sus dones y sus talentos.
Y si querés, podés escribirme para contarme cómo te fue.
¡Saludos a tu nuevo amigo!
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