Érase una vez…. un árbol.
Parecía quietito, aunque temblaba de miedo…
Parecía altivo, erecto, fuerte! Pero por su savia corría una
duda: hasta cuándo me dejarán aquí?
Sus raíces se agarraban cada vez más al suelo, para estar
bien preparado a aferrarse a su tierra, en caso que lo vinieran a buscar.
Día a día, desde su altura, veía cómo unas máquinas, allá
abajo en el valle, arrancaban a la familia de sus primos, sin siquiera escuchar
sus dolorosos gemidos.
Era tan ensordecedor el ruido de las sierras, que ninguno de
los hombres que allí trabajaban, podía darse cuenta del sufrimiento que estaban
provocándoles.
Algunos otros árboles cercanos, se caían solos! Sólo del
susto que les daba verse tropezar encima de sus amigos y familiares.
Una vez que unos cuantos yacían moribundos, indefensos,
acostados sin remedio, ya que ésa no era la posición para la cual habían
nacido!.... llegaban unos camiones feos,
como de guerra, con unos extraños ganchos, y subían los cadáveres de troncos a
una larga plataforma.
Dicen, que algunos iban a dejarlos en los trenes para hacer
un largo viaje… Otros los lanzaban a los ríos, para que el agua los arrastre
hasta un lugar que llamaban “Fábrica de papel”.
Nuestro árbol triste, no sabía ciertamente si eso era bueno.
Nunca le interesó viajar de turista a ningún lado… No era muy curioso!.
Se contentaba con el canto de sus amigos pájaros que todas
las mañanas venían a visitarlo, y le contaban en los huecos de sus ramas, todas
las noticias del mundo alrededor, y
hasta los secretos de los vecinos!
Cuando un árbol se reía con alguna de estas historias, todas
sus ramas se agitaban haciéndole cosquilla a los gusanitos y ardillas que
habitaban las arrugas de sus troncos.
El viento, ni lerdo ni perezoso, se enteraba de estos chismes, e iba corriendo
a contárselo a otros árboles de bosques cercanos. Así era cómo todos estaban
informados de lo que sucedía, algo así como un precursor del internet!
Claro! Esto sucedía para lo gracioso, como para lo
importante. Por ejemplo: cuando alguno sabía que iba a llover –porque los más
viejos siempre lo saben antes en sus huesos- todos se preparaban para la
brindar con tan bendita agua.
Cuando se enteraban que iba a pasar una tormenta, reforzaban
los botones de las hojas, para que se cayeran las menos posibles.
Si merodeaba cerca un cazador, extendían sus brazos para
ayudar a esconder entre el follaje, a la presa, sea un mono, un puma, o
simplemente una lechuza. Todos eran amigos de todos, pero ninguno de las balas!
Si sentían el aletear de dos corazones enamorados, abrían
sus copas como paraguas, para cobijar los besos escondidos de la pareja que se
acercaba. Sólo se enojaban un poquito, cuando alguno de ellos, sacaba un
cortaplumas y les rascaba un corazón con una flecha atravesada y unas letras
que ellos no sabían leer, dejándoles la piel marcada. Les dolía bastante, pero
se consolaban, sabiéndose testigos de un amor tan romántico…
Les encantaba jugar a las escondidas con los chicos de la
comarca cercana. Algunos ya habían aprendido a contar hasta cien! de tanto
escucharlos a ellos cuando apoyaban sus caritas ocultas como orejeras de burro.
Y casi también que habían aprendido a hacer trampa, cuando alguno espiaba
mirando para atrás para ver dónde se escondían sus compañeritos. Seguramente,
entre o arriba de otros árboles amigos, todos querían jugar con todos!
Se ponían orgullosos de prestar su fresca sombra a algún
lector que a la hora de la siesta, se acomodaba sobre la mullida alfombra
verde, a leer su novela de caballería.
Sabían perfectamente a qué hora el sol los despertaría cada
día, y cuando la luna les daría las buenas noches.
Cuando crecían las margaritas a sus pies, y cuando pasaba la
señora con delantal y canasta recogiendo las frutas que ellos
desinteresadamente le regalaban a manos llenas.
Pero las cosas estaban cambiando…
Ya no venían tantos pájaros a visitarlos por las mañanas. A
ellos tampoco les gustaba el ruido de las máquinas.
Tampoco la lluvia se sentía cómoda con lo que estaba pasando,
prefería retirarse de esa escena tan horrorosa.
El viento esparció la mala noticia, y todas las hojas se
pusieron amarillas de pánico.
Ya no había sombra para los lectores, y hacía demasiado
calor para armar un picnic en el pasto reseco.
Los chicos tampoco iban demasiado a jugar al bosque, porque
ahora ellos también tenían otras maquinitas en sus casas, y hasta en sus
bolsillos! Algunos, no las soltaban ni para lavarse los dientes!...
Los enamorados tenían miedo a que los asalten si andaban
solos, así que ellos también se quedaban encerrados diciéndose cosas bonitas
por las pantallas 3D.
Así… érase una vez un árbol que estaba muy sólo… viendo cómo
cada día, las temibles sierras se acercaban cada vez más a su lugar, mientras
los animales se alejaban buscando refugio en otros parajes, dejando un desierto
de malos recuerdos….
Cierta tarde, un oso goloso, que se dedicaba a seguir a unas
chicas abejas, se sentó entre los nudos de los cordones de las zapatillas del
árbol, a esperar que caiga la miel que se desprendía desde lo alto.
Caía taaaannnn
despaaaaciooooo…. que se quedó dormido a sus pies.
En eso pasó una hormiga, que andaba buscando un camino
alternativo para llegar a su hormiguero, en caso de desastre nuclear, siempre
tan previsora!
Se topó con la manaza estirada del oso que resoplaba sus
sueños, sin darse cuenta que esta bichita se le estaba subiendo por entre el
tupido pelaje.
A ella le pareció divertido sentir como ese pecho grandote,
se inflaba elevándose y descendiendo como un subibaja de la plaza, como
acunándola… Así es que también se quedó
dormida, casi sin quererlo, entre los pelos blancos, del negro oso.
Pssss….Pssss…………………………Pssss……Psssss…… soñaban al unísono…..
Estaban sus almas tan suavecitas, que entonces pudieron
sentir, como en una visión mágica, el lamento del árbol donde yacían
acomodados.
De repente, el oso se despertó sobresaltado!
-“Tengo que hacer algo para impedir que esto siga
sucediendo!”- decretó con su voz firme y segura. (voz de oso grandote)
- “Dale! Yo te voy a ayudar!...”- dijo la hormiga sin saber
ni de que se trataba.
-“Ya se me ocurrirá algo en estos días. Te mantendré
informada, mi querida hormiga!”- siguió aseverando con certeza.
- “… bueno…”- le contestó tímidamente, aunque segura de su
capacidad de trabajo y perseverancia.
Y se despidieron hasta otro paseo.
Pasaron los días, los meses…
y las máquinas seguían llevándose troncos a vaya saber dónde!... tantas sillas había que hacer en el mundo?
tantos diarios? Tanto carbón para tantos asados?... Tanto lío para qué????
Seguramente para que unos pocos señores que se creían dueños
de todo, se llenaran las billeteras vendiendo la madera, que a la Madre
Naturaleza le llevaba tantísimos años procrear…
Quizá estos señores, jamás habían jugado a las escondidas en
un bosque.
Ni hayan leído poemas de amor a la sombra, a la orilla de un
arroyo.
El último picnic lo deben haber hecho sentados en una 4 x 4
con sandwiches enlatados!
No serían capaces de reconocer ni un bichito de luz!
Ni saben que forma tiene la luna… ni el olor de la lluvia en
las tardes de otoño.
Todo esto y mucho más, pensaba el oso a medida que se
enojaba cada vez más!, sabiendo que si las cosas seguían así, un día se
acabaría la miel…
Pensaaaba…y pensaaabaaaaa….
Cómo detener las máquinas? cómo explicarles a los señores
que estaban cometiendo un error irreparable?
Cómo pedirle a la lluvia que vuelva a cantar en los prados? ….
El sólo no podría parar todas las máquinas, ni podía gritar
a los 4 vientos lo que sufrían los árboles!
No sabía hablar en chino, ni en pajarito! - que era otro lenguaje muy usado antes por
los indios que habitaban primero este planeta. Y que al parecer, sabían muy
bien como hacer funcionar la Vida, ya que indudablemente, habían llegado hasta
estos días.
Entonces, se dió cuenta!!!
Bah…. en realidad, se lo sopló una mariposa invisible al oído
del corazón: -“Hay que volver a la Naturaleza!”.
-“Ahá! Eureka! A LA QUEUE LEU LEU!!!!” – saltó de Alegría juntando las dos
patitas mullidas, a ambos lados de sus robustas cadera, sabiendo que había dado
en la tecla! Por fin se le había ocurrido algo divertido para ayudar a sus
amigos árboles.
-“Para
un amigo, no hay nada mejor que un amigo…”- pensó con la claridad de un oso.
–“Ergo, para un árbol, no hay nada mejor que otro árbol!”.
Se
acomodó los tiradores, y buscó su móvil entre los pliegues de su alma: -“Hola
Hormiga! Cómo estás?” -Ante todo, era un oso muy educado.
-“ sssssss….ssssss…. “- lo que significa “Muy
bien, muy contenta” en idioma hormiga.
-“Me
alegro!” -siempre con su profunda voz de oso, ahora más contento que
preocupado.-”Te quería contar que tuve una idea!..... Y necesito que me ayudes
a realizarla!”
-“
……ssssss……SSSSSS!!!!!” – siempre dispuesta! (Las mayúsculas quieren decir: “Sí,
claro!”)
- “
Querés que te cuente..?” – al oso le encantaba jugar a las intrigas…
-
“SSSSSSSSS!!!!!!” – a la hormiga le encantaba ir directo al grano!
-“Bueno,
entonces te cuento…:” – hizo una pausa ceremoniosa, como para darle más
realismo al relato… Abrió su enorme
bocaza en una espléndida sonrisa… y…. la convocó:
-“Vamos a PLANTAR ÁRBOLES!!!” – dijo con
la lógica sencillez que era capaz.
-
“IUPIII!!!! Qué lindo!!! Vamos!!!” – se sumó la hormiga saltándole a la
mejilla para darle un beso de felicitación.
A los
pocos días, ya habían organizado la expedición: juntaron palas, baldes, mapas,
ganas, y hasta una varita mágica!
El
destino les otorgó una carreta donde poner todos sus deseos, y unas simpáticas mulas
para guiarlos por los caminos de los sueños….
-“Vamos
a plantar Árboles!!!”- corrieron a avisarle al árbol triste del comienzo de
esta historia, como regalándole Confianza!
-“Por
dónde empezamos?”- quiso saber la hormiga inquieta.
-“Por
aquí nomás… bien cerquita!...” – les susurró el árbol Agradecido –“Empiecen en
su corazón!”
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